¿Gitanos? Sí, pero no

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  • Alfonso Díez
Posted: Dom, 2010-09-26 23:32

¿GITANOS? SÍ, PERO NO

 

En la célebre película de Stanley Kramer, Adivina quién viene a cenar esta noche, (EEUU, 1967) -alegato pseudo antirracista- el personaje de raza negra, interpretado un tanto exageradamente (debido al tono discursivo e hipócrita del film), pero convincente, por  Sidney Poitiers, tiene que demostrar su valía y su currículo universitario ante los intelectuales y aparentemente liberales padres de la novia, blancos, claro. Sobre todo, ante el padre (Spencer Tracy),  que es quien tiene más prejuicios - y ante los suyos, humildes y modestos negros, como él. Las mujeres, más sensatas, sensibles y comprensivas, acaban ganando. También –no podía ser menos- el amor y sus convenciones. Sólo que el novio negro no es un negro cualquiera, encontrado por casualidad merodeando ocioso en un barrio marginal neoyorquino, sino un apuesto y brillante médico, con un impresionante expediente académico y una prometedora carrera profesional. El orgullo de su familia, sin duda. Ese es quizá el gran error de la película, sobre todo vista con ojos de hoy. Con un negro así, ¿cuál es el problema? Desde luego, no el color de su piel.

También con los gitanos y otras etnias pasa lo mismo, ya sean rumanos, magrebíes, subsaharianos, chinos, hindúes o latinoamericanos. Depende. Si son de buenas familias, inteligentes, educados, profesionales de éxito y bien parecidos no hay problema. Tampoco si son obedientes, sumisos y nada reivindicativos. Que pasen, que serán más o menos bien recibidos, mientras no exijan ni molesten. Y si son ídolos de masas, que además generan riqueza, el origen ni el color importan. Ahí están, por ejemplo, los y las deportistas,  cantantes, artistas... Lo resumió certeramente en una frase genial el fenomenal futbolista camerunés Samuel Eto´o, cuando jugaba en el Barça: “Correr como un negro, para vivir como un blanco”.

El problema, por tanto, es  la pobreza y sus consecuencias. Como siempre, a los pobres no los quiere nadie. Menos aún si son extranjeros o de otras etnias. En el ámbito educativo, los estudios e informes anuales sobre el sistema educativo, tanto del propio Ministerio de Educación como del Consejo Escolar del Estado revelan reiteradamente el grave desequilibrio sobre la distribución del alumnado entre la red pública y la privada-concertada. Aquélla escolariza a la gran mayoría del alumnado de minorías étnicas (entre el 80 y el 90 por ciento) mientras que ésta lo hace en casos muy reducidos (centros excepcionales) y concretos, que, curiosamente, escolarizan a hijos de diplomáticos, deportistas, cantantes…

Más concretamente, los gitanos españoles, con un alto índice de absentismo escolar (analfabetismo, pobreza, marginalidad, nomadismo, escasas perspectivas socioeducativas, etc.) se concentran mayoritariamente en determinados centros públicos enclavados en barrios obreros o zonas suburbiales, formando auténticos guetos que acaban por vaciar los colegios, aunque cerca se encuentren renombrados colegios religiosos, muy cristianos ellos, que incumpliendo las condiciones del concierto educativo, se nutren exclusivamente de un alumnado más selecto o con mayores pretensiones.

Se justifican alegando que es la libertad de los padres para elegir centro. Y un jamón, la libertad de los que pueden elegir, no te fastidia. Además, qué hace un pobre gitano en un colegio de esos, con niños y niñas, uniformados, incluso separados; todos iguales, clónicos, aprendiendo a medrar socialmente. Mal mirado y rechazado. Aunque pudiera estar allí con ellos o ellas, escaparía para unirse a los suyos por la cantidad de trabas, humillaciones y discriminaciones constantes que sufriría.  Así que va a donde se encuentra más a gusto, con sus iguales o más parecidos. Lo malo es que se van quedando solos, como los centros que los admiten. ¡Ay!, la diversidad. ¡Cuánta tinta gastada en tu nombre! Las aguas de la selección natural vuelven a sus cauces y así retrocedemos décadas, renegamos de grandes conquistas culturales y educativas para volver a las cavernas. Si no, echemos una mirada a nuestra vieja e ilustrada Europa. Francia se emplea a fondo con las deportaciones de gitanos, los echa a miles y nuestro gobierno -¡socialista!- se muestra tan comprensivo que da náuseas. Será la crisis… ¡Si hasta ha salido una reciente propuesta ministerial de separar a los listos de los demás para que no se pierdan! Pobrecitos los listos…  Malos tiempos para la tan traída y llevada diversidad.

Alfonso Díez