El camello que pasó por el ojo de la aguja
Hoy, 26 de junio de 2019, se cumplen 52 años de la muerte de Lorenzo Milani, a los 44 años de edad. Una vida corta, pero intensa, sin necesidad de viajar por todo el mundo ni vivir experiencias singulares de todo tipo. Las que tuvo como cura y maestro en Calenzano y en Barbiana fueron más que suficientes para vivirla, sin embargo, con plenitud, entregándola a los últimos.
No es una fecha redonda. Hace un par de años, al cumplirse el 50º Aniversario, los actos conmemorativos se multiplicaron en Italia, especialmente en la provincia de Florencia. En España también se organizaron algunos importantes. Todos ellos culminaron brillantemente con la visita del Papa Francisco a Barbiana, a su parroquia y escuela, el 20 de junio de 2017. Su imagen, orando humildemente ante la tumba del priore, en el minúsculo y sencillo cementerio, no sé si dio la vuelta al mundo, pero impresionó a todos los que la vimos en los medios de comunicación y significó la inmensa alegría del reconocimiento que la Iglesia hacía, tarde, sí, a uno de sus más fieles, críticos e ilustres servidores.
Fiel, porque nunca, desde su conversión al catolicismo, dejó de amar y permanecer junto a la iglesia por la que entregó su vida a los pobres y se hizo maestro, incluso desde la discrepancia y el dolor de la incomprensión que desde su más altas jeraquías recibía, y crítico e incómodo como una “mosca cojonera”, obsesionado por la verdad y la autenticidad, pues, a menudo, la obediencia no es una virtud; pero lúcido y coherente hasta las últimas consecuencias, porque, precisamente, por ese amor firme e incondicional, la quería mejor, más justa y solidaria; más abierta, cercana y comprometida con la gente, sobre todo con las personas más olvidadas, ignorantes, humildes y desfavorecidas; las sin voz, las últimas.
Lo cuenta admirablemente, entre otras cosas, uno de sus alumnos más queridos, Michele Gesualdi (1943-2018), en Don Lorenzo Milani. El exilio de Barbiana (PPC, Madrid, 2017, 255 pp). Una biografía íntima, personal, sincera y emotiva, pero sin artificios, de quien conoció al cura y maestro de Barbiana tan de cerca como si de su padre se tratara. Y en el último capítulo del libro, Un camello pasa por el ojo de la aguja, narra los últimos momentos de y con don Lorenzo, con la misma sencillez, precisión y lirismo, exento de toda afectación, que éste enseñó a sus alumnos, pero que emocionan y erizan la piel al lector, como la lectura de Carta a una maestra.
Reproducimos el fragmento clave de dicho capítulo, que, sin duda, narra un momento excepcional e inolvidable:
« - ¿Te das cuenta, querido mío, de qué está sucediendo en esta habitación?
Le respondí con dificultad y con tono sufriente:
- Que te estás muriendo.
Él continuó:
- Pobre querido mío, no comprendes nada.
Tuve un momento de rebelión interior, pero permanecí en silencio. Pasaron otros larguísimos segundos de silencio y después comenzó a hablar lentamente de nuevo:
- En esta habitación hay un camello que pasa por el ojo de la aguja. No se lo cuentes a nadie.
Dijo estas últimas palabras con tono fuerte y decidido. (…) Murió a las siete de la tarde».
Pues bien, no ha pasado, precisamente, desapercibido este episodio. En Italia se está representando con éxito Cammelli a Barbiana. Lorenzo Milani e la sua scuola. Un monólogo escrito por Francesco Niccolini e interpretado por Luigi D´Elia, bajo la dirección de Fabrizio Saccomanno. Y por este motivo, el próximo número de Educar(NOS), el 86, ofrecerá la traducción íntegra al español del texto italiano, que merece la pena leer y disfrutar, y quién sabe, tal vez, representar.
Alfonso Díez. Junio, 2019
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