De pines parentales
Cuando el ambiente político está muy revuelto y crispado, que es más frecuente de lo deseable, la escuela suele pagar las consecuencias, culpabilizándola de todos los males o asignándole un ocasional e interesado protagonismo. Cuando de educación se trata, cada cual interpreta el artículo 27 de la Constitución según su conveniencia, contraviniendo, incluso, las normas legales vigentes en lo que al currículum oficial se refiere, entendiendo la libertad de educación como el derecho (inexistente) de educar a los niños a la carta, o sea, a gusto de cada familia, por encima de los derechos fundamentales de sus propios hijos, como si éstos fueran propiedad privada de los padres, al nivel de una mascota o cualquier bien material. Más valiera que leyeran o releyeran El profeta (1979), del poeta libanés Gibran J. Gibran: “Vuestros hijos no son hijos vuestros. Son los hijos y las hijas de cuanto la Vida desea para sí misma. Son concebidos por medio de vosotros, mas no de vosotros. Y aun estando con vosotros, no os pertenecen”.
Ante cualquier asunto de actualidad suelo acudir, entre otras fuentes, a nuestra revista Educar(NOS) que al tratar temas monográficos desde diferentes puntos de vista, me da claves utilísimas. Como el número 56 (4. 2011) dedicado a “Escuela y familia”. Oportunísmo para la que está cayendo. Han pasado casi nueve años y parece elaborado para hoy mismo. En mi artículo “Familia y educación” de la sección Lo oficial, reproduzco el preocupante testimonio de un representante de la asociación católica de padres en un espacio televisivo, que ahora repite la extrema derecha, tan crecida: «A mi hijo me lo educo yo y controlo lo que ustedes dicen», extraído, a su vez, del libro de J.L. Corzo (2007), Educar es otra cosa, p. 19. Trece años después y no hemos mejorado casi nada. Progresistas, conservadores, nacionalistas, creyentes, ateos o agnósticos, iluminados y lunáticos, etc., asaltan la escuela sin rubor ni autocontrol, como un elefante en una cacharrería, cual cancha o ring de combate donde las reglas las impone quien se hace dueño del terreno de juego.
Naturalmente, en este caso tiene toda la razón el Gobierno actual y el poder legítimo para impedir legalmente estos pines parentales ilegales, retrógrados y antidemocráticos, que, desgraciadamente, veremos proliferar en los próximos meses. ¡Qué afán tan enfermizo por controlar la escuela -comprensible, desde luego, por su capacidad adoctrinadora-, pero si ésta, realmente, no puede, por sí sola, educar, sino instruir, que es su verdadera función! Mientras, el necesario y urgente Pacto Educativo entre todas las fuerzas políticas, que debiera ser general y prioritario objetivo, parece, hoy por hoy, una auténtica quimera.
- blog de Alfonso Díez
- Inicie sesión o regístrese para enviar comentarios
Comentarios
2 comments postedLa escuela nunca es noticia y cuando lo es, mejor que no lo sea. Para usarla como arma arrojadiza o como cortina de humo, mejor seguir en el anonimato.
El derecho de la educación lo tiene el chaval. El resto, familias, escuela, sociedad, Estado tienen la obligación de contribuir a ese derecho. Y sobre esto hay poco que dialogar.
El tema es filosoficamente bonito.
¿Pin parental para qué temas?
- Transexualidad y género: los ultraconservadores sacan a sus niños.
- Tauramaquia: los antitaurinos sacan a sus niños.
- Dieta mediterránea: los veganos sacan a sus niños.
- Evolución: los creacionistas sacan a sus hijos.
- Transfusiones sanguineas: los testigos de Jeova sacan a sus hijos.
De hecho ya existen dos pines parentales:
- Algunos padres anti-escuela que no llevan a sus hijos al colegio.
- Las clases de religión.
Pues, sí, Veredas. Tienes razón.