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Año: 2022 , Número: |
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Cooperación Educativa. Mario Lodi, cuyo centenario del nacimiento en 1922 acaba de celebrarse este febrero, tras vivir 92 años en la Llanura Padana al Norte de Italia. Fue uno de los grandes maestros que en el siglo XX cambiaron la vieja escuela, aparte de los tres italianos más conocidos fuera de allí (don Bosco, María Montessori y don Milani). Lodi se insertó en el Movimiento de Cooperación Educativa (MCE) en la línea francesa de Célestine y Elise Freinet y brilló junto a grandes maestros italianos como Gianni Rodari (1920-1979), Loris Malaguzzi (1920-1994) y Bruno Ciari (1923-1970).
Fue un plantel más rico que el español, que despertó al final del franquismo, gracias a las Escuelas de Verano, los Movimientos de Renovación Pedagógica (MRP) y la evocación nostálgica de la Institución Libre de Enseñanza (ILE) de Giner de los Ríos (1839-1915); pero con menos figuras estelares y pronto capitaneado (y raptado) por el Ministerio de Educación – que no de Instrucción Pública – y, en especial por la LOGSE (1990).
Nuestro Grupo Milani (MEM) – vivo desde 1971 y legalizado en 1982 – forma parte de los MRP que también bebieron de figuras extranjeras, como – en Freinet – el Movimiento Cooperativo de Escuela Popular (MCEP).
Hoy queremos recordar a Mario Lodi que visitó a Lorenzo Milani y le comprendió mucho mejor que otros, a juzgar por sus citas: la más temprana, y doble, está al inicio y al final de su primer libro famoso y de rarísimo título castellano: El país errado (Il paese sbagliato (1970), que pudo llamarse el pueblo equivocado). En su p. 26 Lodi cita el párrafo de Experiencias pastorales donde Milani corrige a quienes se equivocan (sbagliano) de pregunta: no cómo hacer la escuela, “sino cómo hay que ser para poder hacerla”; pero es fácil ver que la frase se atribuye a Lodi, y no a Milani, con frecuencia.
También queremos cooperar y converger en este número de Educar(NOS) con todos los MRP españoles, en especial con el MCEP y, desde luego, con las Escuelas Asociadas de la UNESCO, del que formamos parte hace años y es de los que siguen más vivos.
¡Todos a mejorar la escuela!, – la pública, se entiende – sin exacerbar nuestras diferencias con nuestros maestros respectivos. Bajo la bandera de Mario Lodi podemos encontrar no solo técnicas didácticas, sino auténtica pedagogía liberadora. Y, bajo la de Barbiana, no solo la escuela de un cura más, sino la de “uno que tuvo el valor de elogiar la justa desobediencia y de ponerse él mismo al servicio de su pueblo y, a su parroquia, convertida en una escuela” (Lodi, ib. p. 24). Por un cambio social.
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