A PIPETTA, un joven comunista*
“San Donato en Calenzano 1950
Querido Pipetta: Cada vez que nos vemos me dices que si todos los curas fuesen como yo, entonces...
Lo dices porque siempre nos hemos entendido entre los dos, aunque tú – desde la excomunión1 – ya pasas de todo y, de buena gana, harías albóndigas con mis hermanos curas. Dices que nos hemos entendido porque te he dado la razón mil veces ante mil razones tuyas. Pero dime, Pipetta: ¿de verdad me has comprendido?
Es una casualidad, lo sabes, que me veas luchar contigo contra los señores. San Pablo no lo hacía así. Y la casualidad fue ese 18 de abril2 que, junto a tus errores, derrotó también tus razones. Es sólo porque yo tuve la desgracia de vencer por lo que...
Me doblego, Pipetta, a sufrir contigo las injusticias. Pero créeme, me doblego con repugnancia. Deja que te lo diga a ti solo. Tu miseria, ¿a mí, qué me hubiera importado? Si hubieras vencido, créeme Pipetta, ya no me habría puesto de tu parte. ¿Te falta el pan? ¿Y eso qué quieres que me importara a mí, con la conciencia tranquila de no tener más que tú?, ¿por qué quieres que me importara a mí, que no querría hablarte más que del otro Pan que – desde el día de tu regreso de prisionero, cuando viniste con tu madre a tomarlo – ya no me lo has vuelto a pedir?
Pipetta, todo pasa. Para quien muere lleno de llagas a la puerta de los ricos, está al otro lado el Pan de Dios. Sólo esto me había dicho mi Señor que te dijera. Es la historia la que se me ha venido en contra, ese 18 de abril el que ha estropeado todo, el vencer ha sido mi gran derrota.
Ahora que el rico te ha vencido con mi ayuda, me toca decirte que tienes razón, me toca bajar junto a ti a combatir al rico. Pero por esto, Pipetta, no me digas que soy el único cura como es debido. Crees agradarme. Y, sin embargo, restriegas en mi herida. Y si la historia no se me hubiera venido en contra, si el 18... no me habrías visto nunca descender ahí abajo a combatir a los ricos.
Tienes razón, sí, tienes razón, entre tú y los ricos serás siempre tú, el pobre, quien tenga razón. Hasta cuando cometas el error de empuñar las armas te daré la razón.
Pero qué pequeña palabra me has hecho decir. Qué poco capaz de abrirte el Paraíso esta frase justa que me has hecho decir. Pipetta, hermano, cuando por cada una de tus miserias yo sufra dos miserias, cuando por cada una de tus derrotas yo sufra dos derrotas, Pipetta, ese día – deja que te lo diga enseguida – no volveré más a decirte, como ahora te digo: “Tienes razón”. Por fin ese día podré volver a abrir la boca para el único grito de victoria digno de un sacerdote de Cristo: “Pipetta, te has equivocado. Bienaventurados los pobres, porque el Reino de los cielos es suyo”.
Pero el día en que derribemos juntos las verjas de algún jardín e instalemos juntos la casa de los pobres en el palacete del rico, acuérdate de esto, Pipetta, no te fíes de mí; ese día te traicionaré.
Ese día yo no me quedaré allí contigo. Me volveré a tu casucha húmeda y maloliente a rezar por ti ante mi Señor crucificado. Cuando tú ya no tengas más hambre ni más sed, recuérdalo Pipetta, ese día te traicionaré. Ese día podré cantar, por fin, el único grito de victoria digno de un sacerdote de Cristo: “Bienaventurados los... hambre y sed” [Lorenzo Milani]
* Se trata del borrador personal de una carta nunca enviada a ningún Pipetta de Calenzano, como se creía, ya que nadie había allí con ese nombre o apodo. Recientemente se ha sabido que llamaban Pipetta al hortelano del cortijo familiar de los Milani en Montespertoli, donde Lorenzo seminarista dio alguna clase veraniega a los hijos de los empleados. Si Pipetta era comunista o no y discutían, no lo sabemos, pero entre los ricos de la carta están los propietarios de aquella hermosa finca. Muchos han señalado que la responsabilidad política de la Iglesia, analizada en esta carta, es sencillamente genial.
En Don Lorenzo Milani. Tutte le opere (I meridiani, Mondadori, Milano 2017) [TO en adelante], tomo II, 147-9.
1 Decreto del Sto Oficio (Pío XII) del 30.6.1949 que excluía de los sacramentos a los votantes del PC y excomulgaba a quien se adhería a la doctrina comunista.
2 El 18 de abril de 1948 es la fecha de las primeras elecciones políticas después de la guerra y con la nueva constitución italiana. Frente a un potente PC, dieron la mayoría absoluta a la Democracia Italiana.
Carta a su madre
"S.Donato 5 de agosto de 1950
Querida Mamma: perdona si no te he escrito antes, pero ahora te explicaré porqué no me ha sido posible. Se me ha muerto Darío de tétano. A lo mejor no te acuerdas, pero era uno de esos 4 fidelísimos chavales sin padre. Ha ocurrido en Querceto así que subí allí y allí he estado 48 horas seguidas haciéndole de padre, madre, cura y enfermero. Ayer por la mañana, a las dos, lo envié a su padre y he vuelto a casa donde he hecho de enfermo hasta esta mañana. Ayer por la tarde estuvo Adriano [su hermano médico] a curarme y ha dicho que el soplo del corazón no lo nota. También me ha puesto la antitetánica porque estaba todo arañado por el niño y me ha dado una medicina para los nervios, porque evidentemente se cree que no estaba más que cansado y nervioso. Esta mañana se iba para estar con Andrea [su hijo] y vuelve el lunes. Se quedó con nosotros también a cenar, para esperar de una inyección a otra.
Cuando estaba allí arriba me acordaba siempre de ti y pensaba que si me hubieras visto, tal vez habrías sonreído de triunfo al verme hacer de mamá y papá de carne. La madre es una pobre viuda de guerra y no había nadie en casa capaz de tener la disciplina necesaria, porque es un mal nervioso por completo y basta el menor movimiento brusco o ruido o emoción para disparar un ataque; y cuando llega el ataque es para volverse loco. Así que allí no podía estar más que yo y no le he podido dejar ni un minuto. Ahora me estoy reponiendo a base de huevos batidos y mañana cuento con estar plenamente recuperado por la mañana. Ayer ni siquiera fui al entierro, para descansar. Adriano dice que me ha sentado mal el cansancio y todo el café que he bebido para estar despierto, pero que no es nada porque no tenía absolutamente nada en el corazón. En cuanto vaya a Florencia me hará la radiografía del pie. Ha estado muy atento y servicial y me ha traído vin santo [vino dulce} y medicinas para Eda [mujer de Calenzano que le acompañó y cuidó hasta en Barbiana].
¿Cómo puedes pensar que aún sea tan cerrado como para necesitar que la madre del cura vaya a la iglesia? Si tú me hicieras el honor de venir a vivir conmigo, no tendrías que ir a la iglesia nunca y nadie tendría nada que decir, porque todos saben cómo pienso y que jamás invito a los adultos a ir, sino que con mayor frecuencia los invito a no ir. Siempre he soñado con que un día vinieras a estar conmigo, porque ya está visto que el oficio de suegra te es imposible, lo mismo que el de abuela. [Alude a la separación matrimonial de Adriano, su hermano mayor]. Sin embargo, tú eres la Mamma y yo he hecho siempre, desde el principio, el programa de que cuando vengas conmigo te haré servir y reverenciar desde la cabeza hasta los pies y, para que puedas estar renunciaré hasta a la pobreza y a todo, y verás que te encontrarás en paz y me harás de directora espiritual y de ama de casa y llevarás la dirección general del parvulario y de la escuela popular mixta que crearemos juntos dentro de pocos años. Vamos, que te he hecho mis ofertas y, si no bastan, te haré más... [Evidentemente nunca la madre accedió a este deseo aquí expresado].
Ahora te debo dejar porque van a echar las cartas. Además es sábado y no he preparado nada todavía para mañana. Muchos besos de tu Lorenzo"
(En TO, II, 164-6).
A su hermana Elena
"San Donato 8 de agosto de 1950
Querida Elena: en la última carta a la Mamma ya tenía toda la intención de felicitarte...
(...) El suceso del niño [muerto de tétano] me ha reportado una propaganda inesperada. Es una de esas dos o tres cosas que tocan a un pueblo entero y es una gracia grande hallarse ahí metido en primer plano. Uno ha venido desde Querceto a traerme un tarro de uvas en aguardiente. Y las mujeres de aquí han reunido un montón de perras y quieren que diga la misa por el niño el día de san Lorenzo con gran fiesta por el santo (...)
Lo malo es que a la madre del niño - no lo he sabido hasta ahora - la llaman la Viuda alegre. Yo no sabía más que vivía sola en Querceto donde va a la fábrica y, al no poder cuidar de Darío, este vivía aquí con su tía. A ella apenas la conocía. Y ahora me dicen que he pasado dos días y dos noches en el cuarto de peor fama de Querceto. El Párroco me había enviado una nota para decirme que volviera, pero por suerte, cuando la recibí, Darío ya estaba en el cielo riéndose de estas chorradas. Ahora que todo ha pasado y que en todas partes se habla de mí y de los arañazos en mis brazos, el Párroco está todo orgulloso y satisfecho. Antesdeayer, primer domingo de mes, como de costumbre, la colecta de la Iglesia era para sostener al coadjutor. La cifra siempre es el termómetro de la simpatía. La cifra ha superado hasta al día que enterré a X [indescifrable, probable comunista del pueblo]. ¡Qué pena que la simpatía en el apostolado no sea más que un elemento casi negativo. A lo más, puede abrir alguna nueva conversación. Los "hostiles" a fondo (como toda la familia de Darío) dirán: "él no es como los demás" y el día que vengan a profanar las iglesias y a ofender al Señor ¡se jugarán hasta la vida por salvarme!. Pero los otros, peor. Aprovecharían hasta el tétano para demostrar que la Iglesia tiene razón. Desaniman más que los comunistas. Todo se desvanece en polémica. Estoy preparando una cooperativa para edificar casas para los más necesitados y dar que hacer algo noble a muchos jóvenes sin ideales. Estoy matemáticamente seguro de que los dos partidos lograrán ensuciar también esto (...)"
(En TO, II, 166-168).
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