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Año: 1998 , Número: |
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Enterarse de lo que pasa, estudiarse la actualidad, cierra un primer cuadro de esta educación que retrata en Educar(NOS) el grupo Milani. Inspirada en la Carta a una maestra (Madrid, PPC 1996) de la escuela de Barbiana (Florencia 1954-1967) se dirige en primer lugar a nosotros, los educadores, y a los chicos de otro tiempo y lugar. Esta cuarta característica sigue a la motivación del primer número (que no era atraerlos a lo nuestro, sino engancharnos todos a lo que importa a todos). Sigue a la disciplina y agresividad, dos ingredientes inevitables y no contradictorios de la educación estudiados en el nº 2. Y sigue a la autoestima del número anterior, imprescindible hoy para crecer en serio.
Pues bien, pocas cosas le han hecho tanto daño a la escuela -¿todavía un buen lugar para educar?- como fragmentarse en especialidades y, además, dejarse la vida fuera. ¡Vaya chapuza! Los chicos viendo en la tele a Clinton entre la Lewinsky y Sadam Husein, y la escuela dale que dale a sus programas. Un Tercer Mundo cada día más grande y más pobre; unos países ricos cada día más ricos; y la escuela a lo suyo. Y en casa pasa igual muchas veces.
Antes de que con ellos nos hayamos hecho cargo de la realidad actual (en lo posible), los chicos ya se mueven tan a gusto entre las mentiras -como relata nuestro caso de hoy-, que ofrecen “a toda pastilla” la tele, las pastillas, los juegos de ordenador y los viajes psicodélicos al futuro virtual que nos espera. Nunca ha sido tan urgente en educación revisar el conocimiento mismo de las cosas, hacerse crítico y “realista”. Desenmascarar los medios de comunicación puede ser un camino. El otro, más modesto, para beber en él todos los días, es transformar la vida y las personas comunes que somos nosotros mismos en realidad narrada, comprensible y llena de sentido. Nos lo ha enseñado Saramago recientemente al recibir el Nobel: “Al pintar a mis padres y mis abuelos con tintas de literatura … acabarían haciendo de mí la persona en que hoy me reconozco”.
Y es que, si los medios pueden sustituir la realidad, también nos enseñan, mejor que nada nunca, que ella siempre está blanda informe inconsistente hasta que no se dice y, al decirla, se hace como tal. Como diría Freire, existir es estar en diálogo. ¡Que no tengan los medios la última palabra!
En homenaje, oiremos a García Lorca decir su palabra sobre la mismísima geografía escolar.
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