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Año: 2016 , Número: |
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La educación de los españoles (adultos, niños y ancianos) es un atrevimiento de Educar(NOS); y eso que sólo queremos asomarnos y mirar por la ventana. Sería menos atrevido que recetáramos la educación que ahora necesita España, pues muchos aseguran que la violencia de género, la inseguridad en las carreteras o la obesidad… se curan en la escuela. ¡Pero eso será dentro de unos años! Mientras tanto, ¿de dónde sale todo eso?, ¿de las malas escuelas? No parece.
Y es que ese argumentario pedagógico está viciado y supone siempre que unos educan a otros y les inculcan lo que pretenden. ¡Una estupidez que no funciona casi nunca ni en las familias! Antes habría que resolver quién educará a los educadores; o al menos, quién hará su criba. Además, para no ser una estupidez, tendría que ser verdad que sólo nos educamos en las escuelas y no en mitad de la calle. Los de Educar(NOS) ya hace mucho que leímos en Paulo Freire que “nadie educa a nadie…” y comprobamos cómo nos educamos juntos – ni siquiera unos a otros – al afrontar, o no, los desafíos de la vida colectiva.
Así que España es como un hervidero constante de buena o de mala educación: en ella se nos retuerce la columna por cada mala postura, o nuestras pantorrillas se fortalecen al caminar frente a los obstáculos. En ella se adiestran las inteligencias en busca de una salida, o se nos atrofian frente al telediario… En ella crecen nuestra responsabilidad social o nuestra sumisión, se nos afina el buen gusto o nos invade el hastío…, crecen el ánimo solidario o la fobia cainita. Por eso conviene hacerse un erasmo en el extranjero, ¡o acoger en casa algunos refugiados!
La verdad es que no toda España es igual, ni da lo mismo habitar el campo o la gran ciudad, ni pertenecer a una familia currante que ser hijo de papá, ni vivir durante el franquismo que a los 80 años justos del “glorioso alzamiento”…, pero en España seguimos educándonos, en su salsa común y bajo el relato cotidiano de los informativos dominantes.
Así que abrimos un melón imponente, como una enorme sandía en carne viva: ¿cómo crecemos ahora los españoles, con la que está cayendo? Puede haber tantas sentencias como gorras y cada uno dirá lo suyo. Muchos derrotistas nos verán como lo peor de Europa y dirán que esto siempre es diferente. Otros, conformistas, seguirán un Rato más votando al PP de Wert, de Soria y de Rita ¡no te digo más! Y los ilusos dirán que España es cañí, “que inventen ellos” y que del acabose, nada.
Pues, a pesar de lo difícil, queremos ver qué nos está pasando y dónde se crían nuestros hijos (más allá de sus reválidas y de sus profes interinos); en el nº 69 – ¡No hay quien los entienda! – ya intentamos analizar sus nutrientes y puede que también sean los nuestros (cf. Herramientas).
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