Paulo Freire es todavía imprescindible a los 50 años de su Pedagogía del oprimido. Y desde Educar(NOS) todavía insistimos: aún no se le ha entendido del todo. Muchísima gente por todo el mundo usa su precioso y profundo método liberador y alfabetizador de adultos. Pero él es más que un método y que un didacta útil. Es un filósofo, un auténtico pensador que ya en La educación como práctica de la libertad (1967) dinamitó nuestra manía general de “educar al prójimo” (y más, si es niño). No fue perseguido ni exiliado por liberar a los oprimidos, que había muchos, sino, sobre todo, por denunciar a los opresores – y a los tontos – por su ansia de domesticar con la escuela a la gente. Nadie educa a nadie, afirmó. Y su razón es pura teoría del conocimiento, epistemología.
La tragedia de Génova ha removido en todos nosotros viejas preguntas que también se hizo una vez el joven Lorenzo Milani. A lo mejor nos ilumina su lectura.
Educar(NOS) ha dedicado su nº 83 a Paulo Freire con intención de que se le haga caso de una vez: nadie educa a nadie. Nuestra cabecera de revista se debe a él: de educar-nos se trata.