Año: 2018 , Número: | |
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La escuela en la nube… y cada día más. Ya tiene acceso a un inmenso almacén de datos digitales desde cualquier (caro) móvil, tableta u ordenador, y sin ocupar ningún espacio físico en su memoria, ni gastarse más dinero en los anticuados libros de papel. Todo está allá arriba, en la nube, y ¡bajará con un clic! Si los medios de comunicación eran extensiones del cuerpo (o del alma) para McLuhan, esta nube es una prótesis mental a distancia: nos deja pensar y recordar sin miedo a sostener un buen cabezón sobre los hombros.
El ácido corrosivo lo ha puesto esta vez una grave sentencia: “Un profesor que puede ser sustituido por un ordenador, debe serlo”. Aunque lo mismo se dijo cuando los Lumière inventaron el cine ¡y nada! Tampoco sucedió con los discos y magnetofones. Ahora, un sociólogo de la educación como Fernández-Enguita avisa a las aulas de “un salto gigantesco”, casi mortal, si no fuera – dice – por su clientela cautiva, los niños, cuyos padres no sabrían qué hacer con ellos. Pero el caso es que hoy aprenden solos, como demuestra un famoso profesor indio.
El susto entre profesores y maestros suele variar, desde los más responsables, a los que no asusta ni el fracaso escolar, ni esta ocasión de ver a los que suspenden o abandonan las aulas darle a la tecla y saberlo todo. Más aún, dicen las malas lenguas que hay docentes enganchados a las redes – hasta por la calle ¡y en clase! – y que el problema en los niños es una risa frente al problema social y adulto. Pero eso es de otro costal.
Educar(NOS) no se había metido en harina, y eso que ya cumple sus primeros 21 años de vida. Se ve que antes estábamos en las nubes. Si hoy lo hacemos, es para reunir (y hasta repetir) opiniones y, sobre todo, para dar ánimos: las nuevas tecnologías no son más que medios. No hay que dejar que se conviertan en el mensaje (por volver a McLuhan) que nos hipnotiza por lo bien que funciona. Nos ha de importar más el suelo que la nube.
Calma. ¿Cuál es la finalidad de la escuela (obligatoria)? Por si lee algún novato: es igualar a todos los chicos en lo social, que dominen la palabra ajena y propia para que todos participen, sin descartes. Por eso “la escuela no tiene más que un problema: los chicos que pierde”, dice la Carta a una maestra. A partir de ahí, calibremos ahora los nuevos lenguajes de estos cachivaches que inundan la aldea global. Porque el fin sigue siendo entender a todos y poder explicarse ante cualquiera. Hasta los bancos han venido en nuestra ayuda: ahora están enseñando las teclas a los jubilados rurales (para ahorrarse sucursales y empleados). ¿Y saben qué? ¡Que aprenden en dos días! Eso de la brecha digital enseguida va a ser un cuento. A lo mejor, la revolución histórica se queda en histérica. No teman.
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Comentarios
1 comment postedUn número oportuno y actualísimo que aborda la cuestión desde diferentes perspectivas, desbrozando el camino hacia una mayor profundización del tema en cuestión.