Año: 2022 , Número: | |
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Cien revistas para un centenario ha sido un triple regalo del azar: se cuentan cien números de Educar(NOS) (1998-2022) – sin contar 63 anteriores del Boletín del MEM (1982-1997) – cuando se al cumplen 100 años del nacimiento de Milani (1923-1967); y tres, cuando ya se despide su primer director. ¡Cifras bien redondas!
Para una revista de educación, 25 años de constancia merecen un premio, y más si no se adaptó a cada ley y a cada jerga educativa de moda. Y es que Educar(NOS) nació como una mosca cojonera (insuperable expresión popular), que solo iban a gustar los discrepantes con nuestra escuela y nuestro pobre sistema educativo, (ojo, que no coinciden con partidos políticos alternativos y progresistas, pues hace mucho que la política no aporta pedagogía; más o menos, como la universidad). Hoy se piensa en otros resortes, como el bienestar y el consumo, para transformar la sociedad. Y para colmo, esta revista no ha sabido hacerse publicidad ni mercado. Es barata – gratis en Internet – y pocos la conocen. ¿Éxito o fracaso?
Las cargas de explosivo que don Milani puso hace 50 años bajo el culo de sus vencedores [carta a su madre 14.7.1952] ya han explotado. Hasta el papa Francisco subió a Barbiana (20.6.2022) a pedir perdón a los pobres a quienes Milani anunció (y con ellos cumplió) el Evangelio. A su Maestro, crucificado entre dos ladrones, no le fue mejor. ¡Ojalá Educar(NOS) haya atufado a Evangelio!, aunque lo que atufa a estos pedagogos progres es la sotana de Milani, pues hay que ser laico, o sea, aquí ¡anticlerical! Y, para colmo, a las escuelas católicas (como ellos se dicen) les atufa su clasismo (y ojalá el nuestro), pues ¡ya está bien de pobres! .- ¿No será Educar(NOS) cosa de pocos?
Por fin, su director ha disfrutado mucho en 25 años con la traducción y difusión de los escritos de don Milani. Dar con quien ya le conocía o le descubría aquí resulta una alegría cada vez. A quienes les gusta, les entusiasma (y sin fanatismo, pues nunca se acaba de conocerle y suele desconcertar). Semejante tesoro compartido compensa con creces no haber llegado nunca a los mil suscriptores soñados.
Otra alegría ha sido trabajar todos gratis, voluntarios, tanto el equipo habitual como los articulistas de ocasión, solicitados o espontáneos. Y la tercera, ver surgir la amistad al trabajar cada número.
Un sinsabor habitual es el silencio de los lectores. Cuando alguno lo rompe, todavía se ansía saber más, si se capta la ironía, el humor, la novedad, las ideas de fondo. Mucha galaxia de la comunicación, pero crece el silencio: todos leyendo su móvil por la calle y en los transportes, pero ninguno está aquí, sino en otra parte. Un raro egoísmo actual que me empuja a daros las gracias a todos los lectores.
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